Ocho uvasFinaliza el 2007. Entre recuerdos de un año complicado y las nuevas ilusiones para el próximo, van cayendo una a una las uvas de los meses que dejamos atrás para entrar en los que deseamos pasar. Este año ha tenido de todo, desde las primeras muertes de la asesina banda terrorista tras la tregua, hasta los últimos atentados en las sedes socialistas, pasando por el asesinato de los dos guardias civiles en Francia.
Más violencia xenófoba y racista en nuestras calles y en nuestro trenes; un rey decrépito alzando la voz de toda Sudamérica, y el resto del mundo, mandando callar a un payaso dictador.
2007 también fue año de elecciones municipales y con ellas el cambio de timón en Barbate, el fin de las acampadas o el final de la rotonda de la entrada.
Pero antes de enzarzarme en vanas y sanas intenciones para este 2008, prefiero recordar en estos momentos tan complicados a ocho familias, ocho padres, ocho uvas... Cinco que pudieron ser enterrados, tres que todavía se hallan pescando en las profundidades del mar. Quiero acordarme de eso que continuamente se recuerda.
De ese trance amargo por el que pasó mi pueblo, de esos momentos duros por los que lloró el marinero. Una uva, un marinero. Mientras, las redes de la hipocresía cubren los llantos de familias enteras que no volverán a sentarse al lado de su ser querido. Que no pueden gritar más porque su voz no se escucha, que no pueden llorar más porque las lágrimas no le salen. Esa marea que tantas veces nos ha dado panes y peces, tiñó de luto las calles de nuestro pueblo siendo Barbate el lagrimal del marinero de un pueblo entero.
Ocho uvas, una por cada ola, una por cada sueño, una por cada aurora. ¡Qué regresan los marineros! puerto de la Albufera, condiciones laborales deplorables, hambre que aprieta, sustento que escasea, pocos boquerones, pocas sardinas, poca seguridad, muchas vidas... Y por todas las familias que engrosaron la lista de damnificados por tamaño suceso. Por todos aquellos que en la mente sólo les ha quedado un recuerdo.
Un golpe de viento, un golpe en el corazón, un silencio profundo y unas familias rotas de dolor. 2007 fue el año donde Barbate fue el epicentro de la noticia, todos preguntaban, nadie respondía. Tensión, espera, dolor, sufrimiento, cuerpos desangelados, almas sin rumbo, sustento sin casa. Entre las redes de la desidia se halla el lamento de ocho familias y otras ochos que no perdieron la vida, pero que comenzaron una nueva en tierra.
Este año 2007 se queda en el álbum del recuerdo, mientras pasamos páginas del suceso que conmocionó a España, hirió a Barbate y hundió la esperanza de ocho familias. Aunque nuestras retinas nos impidan ver más allá del horizonte, en cualquier barco, en cualquier parte del mar, siguen faenando ocho marineros, ocho familias, ocho uvas.
Más violencia xenófoba y racista en nuestras calles y en nuestro trenes; un rey decrépito alzando la voz de toda Sudamérica, y el resto del mundo, mandando callar a un payaso dictador.
2007 también fue año de elecciones municipales y con ellas el cambio de timón en Barbate, el fin de las acampadas o el final de la rotonda de la entrada.
Pero antes de enzarzarme en vanas y sanas intenciones para este 2008, prefiero recordar en estos momentos tan complicados a ocho familias, ocho padres, ocho uvas... Cinco que pudieron ser enterrados, tres que todavía se hallan pescando en las profundidades del mar. Quiero acordarme de eso que continuamente se recuerda.
De ese trance amargo por el que pasó mi pueblo, de esos momentos duros por los que lloró el marinero. Una uva, un marinero. Mientras, las redes de la hipocresía cubren los llantos de familias enteras que no volverán a sentarse al lado de su ser querido. Que no pueden gritar más porque su voz no se escucha, que no pueden llorar más porque las lágrimas no le salen. Esa marea que tantas veces nos ha dado panes y peces, tiñó de luto las calles de nuestro pueblo siendo Barbate el lagrimal del marinero de un pueblo entero.
Ocho uvas, una por cada ola, una por cada sueño, una por cada aurora. ¡Qué regresan los marineros! puerto de la Albufera, condiciones laborales deplorables, hambre que aprieta, sustento que escasea, pocos boquerones, pocas sardinas, poca seguridad, muchas vidas... Y por todas las familias que engrosaron la lista de damnificados por tamaño suceso. Por todos aquellos que en la mente sólo les ha quedado un recuerdo.
Un golpe de viento, un golpe en el corazón, un silencio profundo y unas familias rotas de dolor. 2007 fue el año donde Barbate fue el epicentro de la noticia, todos preguntaban, nadie respondía. Tensión, espera, dolor, sufrimiento, cuerpos desangelados, almas sin rumbo, sustento sin casa. Entre las redes de la desidia se halla el lamento de ocho familias y otras ochos que no perdieron la vida, pero que comenzaron una nueva en tierra.
Este año 2007 se queda en el álbum del recuerdo, mientras pasamos páginas del suceso que conmocionó a España, hirió a Barbate y hundió la esperanza de ocho familias. Aunque nuestras retinas nos impidan ver más allá del horizonte, en cualquier barco, en cualquier parte del mar, siguen faenando ocho marineros, ocho familias, ocho uvas.
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