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martes, 26 de febrero de 2008

La noche más esperada por los pescadores

Pedro Quirós/LaVoz
Son las diez de la noche y aunque no se sale a la mar hasta las doce, los marineros de El Piloto, una traiña de 18 metros de eslora y 6 de manga, tienen que desplazarse desde Barbate hasta el puerto de Cádiz. Ya terminó la parada biológica y a pesar que algún que otro barco comenzó su labor el pasado miércoles o jueves, la noche del domingo ya son más de quince los que comienzan la nueva temporada con dos semanas de retraso por culpa del temporal.

Manuel Varo, armador y patrón del barco está pendiente de todo porque tiene que haber pescado, está convencido. Parece que se multiplica atendiendo las labores de los diecinueve marineros que se embarcan esa noche, pendiente de que no quede algún «cabo suelto» que eche a perder la inversión, el trabajo y las horas de dedicación en unas condiciones de trabajo que, sin duda alguna, te hace envejecer prematuramente, te curte y te envenena, porque los marineros cuentan que es así, un veneno.

Se encienden los motores. Ya estamos en Cádiz y a la una y media encaramos el faro de Chipiona. Manuel saca la cabeza por las ventanas del puente de mando atendiendo al comportamiento de los demás patrones. Es una especie de competición. Hay que encontrar pescado antes que los otros y saber si otros lo han logrado oteando el horizonte en una oscuridad casi absoluta,que no impide a estos marineros saber qué barcos son los que están a popa, por las bandas o a proa.

El parte meteorológico anuncia vientos de fuerza 4-5 y marejada. Parece que va a haber movimiento. En la pantalla del plotter aparecen las cartas naúticas donde están marcadas las aguas de pesca del caladero gaditano, y en el sonar y las dos sondas con las que cuenta el barco no se han visto señales de pescado, aunque Manolo, nervioso, observa cómo algún que otro barco ha calado la red capturando algo. La noche completa se convierte entonces en una especie de cacería, rastreando el mar en la zona donde intuyen que habrá algo que arrimar a las redes, entre 20 y 25 millas de la costa.

Al puente de mando van acercando de vez en cuando un café para el patrón y el patrón de cabotaje, Alonso, y aparece El Zambo, el que hace los bailes y pega los escobazos en la atraccíón de feria de El tren de la Bruja, y que cuando se llega al tope de capturas, «se pone a bailar y a pegar con la escoba a los compañeros». Lástima, esta noche no parece que veamos el espectáculo del Zambo. Pero aparecen bancos de peces en las pantallas y comienza uno de los trabajos más duros que existen en los que la rapidez y la coordinación suponen el éxito o no de la noche: con ayuda de grúas se hecha la red al agua. A estrenar, de 500 metros y, según comenta Manolo, «tiene más fondo que la otra, aunque no sé si será suficiente porque el pescado está a demasiada profundidad; veremos si los tres meses que nos ha llevado arreglarla dan su fruto».

Pescado bueno

De haber encontrado el pescado media hora antes, no se habría hechado el día encima y podrían haber capturado algo más, pero han sido 107 cajas de boquerones y 11 de sardina en un sólo lance. Por fin respiran tranquilos, no se ha perdido todo y es importante que el primer día «no se llegue a puerto decepcionado o desganado». Además, se ha vendido la caja por encima de los 60 euros, el pescado es bueno y eso sólo significa que ha sido un acierto dilatar la parada biológica.

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