El mejor concejal de los últimos veinte años dejó el pasado jueves su acta y su actividad política por cuestiones de salud, a petición de su médico y de su mujer. Tras varios avisos, el mejor concejal de los últimos veinte años decidió no esperar un susto mayor y entre aplausos de sus compañeros de Corporación se despidió para abandonar la política tras trece años representando a sus votantes y a los que no lo fueron.
ACompañeros de partido y de otras siglas políticas se emocionaron con sus últimas palabras en el Pleno porque su labor ha sido extraordinaria, independientemente de quién gobernara en el Ayuntamiento. No ha sido una decisión precipitada. Hace unos meses se desprendió de su cargo como coordinador local de IU, y ya tras los últimos comicios, puso el intermitente para quienes quisieran pasar porque ya tenía decidido que no volvería a encabezar las listas electorales de IU.
Al final un pequeño problema de salud, nada grave, le ha hecho reflexionar y decidirse. Ya se sabe, más vale prevenir que curar y nunca es tarde si la dicha es buena.
Juan Antonio Criado, que en mayo de 1995 tomó posesión por primera vez de su acta de concejal, la abandonó no por cansancio, no porque el pueblo ya no necesite de su honradez, no porque le hayan batido (o abatido) políticamente, no porque sus ideales se hayan desvanecido entre tantos políticos ineptos.
No porque se transformase en otro de tantos que hablan de votar con la nariz tapada. Abandona por prescripción médica. Abandona porque su salud y su familia así lo requieren.
Durante los últimos años han sido muchos los concejales, e incluso alcaldes, que se han ido no sólo sin recibir un aplauso, sino incluso con el rabo entre las piernas. Juan Antonio Criado, el mejor concejal de los últimos veinte años, se marcha con la cabeza alta, sin que nadie pueda reprocharle nada, todo lo contrario, el pueblo debe estar agradecido de su vocación pública y de su intensa labor en defensa de los intereses de Barbate.
Sus ideas políticas podrán ser objeto de discusión, incluso alguien podrá hablar de algunas de sus salidas de tono (pocas, teniendo en cuenta que durante su etapa de concejal sus ojos vieron desde desprecios democráticos hasta videntes endemoniando a un teniente de alcalde durante una sesión plenaria), pero sobre su honradez, su predisposición a ayudar, sobre su intensa defensa de las capas más desfavorecidas de la sociedad barbateña, no hay dudas. Decir lo contrario sería mentir.
No ha sido alcalde (todavía podría serlo, la vida da muchas vueltas y esto no es una necrológica, es una alabanza a uno de esos pocos ediles que aún pululan por nuestras ciudades y pueblos cuya máxima es el bien común y la honestidad).
Pudo serlo, pero siempre antepuso su honradez y su coherencia a asumir un cargo que él sabía que valía la pena si era para demostrar que las cosas se pueden hacer bien, que la política no tiene porqué ser 'amiga' de ladrillos, pancartas y sueldos extravagantes. No quiso gobernar por gobernar.
Jamás consintió pactar con partidos que nacieron para reírse y aprovecharse de Barbate, con esos partidos independientes que siempre crecen al abrigo de la especulación y a la sombra de oscuros intereses. “Para pactar con corbatas de seda disfrazadas de simpáticos payasos, que el cargo de alcalde se lo quede otro”, seguro que pensaba.
En el próximo Pleno no estará Juan Antonio Criado. Él estará en su casa o tomándose un té en El Revuelta, quizás maldiciendo lo mal que se retransmiten las sesiones plenarias, quizás pensando en cómo un gobierno puede presentar unos presupuestos que se sostienen en la venta de aprovechamientos urbanísticos, siendo éste un sector en crisis galopante. O quizás esté pensando en que tomó la decisión correcta.
Que ya hizo lo que tenía que hacer, que si un alcalde no debería eternizarse en el cargo, él tampoco tenía que soportar casi veinte años en la oposición. Que su semilla dará sus frutos tarde o temprano, que centrarse en sus ocios, en sus proyectos, y sobre todo en su familia, es un premio más que merecido y más que gratificante. Ahora que recoja el testigo otra persona.
Desde Trafalgar Información y desde las páginas amarillentas de aquel Barbate Información, le deseamos toda la suerte del mundo, le agradecemos el tiempo que ha dedicado a la vida pública como concejal y le echaremos de menos como político, pero no como persona porque somos vecinos y las puertas de esta casa siempre estarán para él, el mejor concejal de los últimos veinte años, abiertas de par en par
ACompañeros de partido y de otras siglas políticas se emocionaron con sus últimas palabras en el Pleno porque su labor ha sido extraordinaria, independientemente de quién gobernara en el Ayuntamiento. No ha sido una decisión precipitada. Hace unos meses se desprendió de su cargo como coordinador local de IU, y ya tras los últimos comicios, puso el intermitente para quienes quisieran pasar porque ya tenía decidido que no volvería a encabezar las listas electorales de IU.
Al final un pequeño problema de salud, nada grave, le ha hecho reflexionar y decidirse. Ya se sabe, más vale prevenir que curar y nunca es tarde si la dicha es buena.
Juan Antonio Criado, que en mayo de 1995 tomó posesión por primera vez de su acta de concejal, la abandonó no por cansancio, no porque el pueblo ya no necesite de su honradez, no porque le hayan batido (o abatido) políticamente, no porque sus ideales se hayan desvanecido entre tantos políticos ineptos.
No porque se transformase en otro de tantos que hablan de votar con la nariz tapada. Abandona por prescripción médica. Abandona porque su salud y su familia así lo requieren.
Durante los últimos años han sido muchos los concejales, e incluso alcaldes, que se han ido no sólo sin recibir un aplauso, sino incluso con el rabo entre las piernas. Juan Antonio Criado, el mejor concejal de los últimos veinte años, se marcha con la cabeza alta, sin que nadie pueda reprocharle nada, todo lo contrario, el pueblo debe estar agradecido de su vocación pública y de su intensa labor en defensa de los intereses de Barbate.
Sus ideas políticas podrán ser objeto de discusión, incluso alguien podrá hablar de algunas de sus salidas de tono (pocas, teniendo en cuenta que durante su etapa de concejal sus ojos vieron desde desprecios democráticos hasta videntes endemoniando a un teniente de alcalde durante una sesión plenaria), pero sobre su honradez, su predisposición a ayudar, sobre su intensa defensa de las capas más desfavorecidas de la sociedad barbateña, no hay dudas. Decir lo contrario sería mentir.
No ha sido alcalde (todavía podría serlo, la vida da muchas vueltas y esto no es una necrológica, es una alabanza a uno de esos pocos ediles que aún pululan por nuestras ciudades y pueblos cuya máxima es el bien común y la honestidad).
Pudo serlo, pero siempre antepuso su honradez y su coherencia a asumir un cargo que él sabía que valía la pena si era para demostrar que las cosas se pueden hacer bien, que la política no tiene porqué ser 'amiga' de ladrillos, pancartas y sueldos extravagantes. No quiso gobernar por gobernar.
Jamás consintió pactar con partidos que nacieron para reírse y aprovecharse de Barbate, con esos partidos independientes que siempre crecen al abrigo de la especulación y a la sombra de oscuros intereses. “Para pactar con corbatas de seda disfrazadas de simpáticos payasos, que el cargo de alcalde se lo quede otro”, seguro que pensaba.
En el próximo Pleno no estará Juan Antonio Criado. Él estará en su casa o tomándose un té en El Revuelta, quizás maldiciendo lo mal que se retransmiten las sesiones plenarias, quizás pensando en cómo un gobierno puede presentar unos presupuestos que se sostienen en la venta de aprovechamientos urbanísticos, siendo éste un sector en crisis galopante. O quizás esté pensando en que tomó la decisión correcta.
Que ya hizo lo que tenía que hacer, que si un alcalde no debería eternizarse en el cargo, él tampoco tenía que soportar casi veinte años en la oposición. Que su semilla dará sus frutos tarde o temprano, que centrarse en sus ocios, en sus proyectos, y sobre todo en su familia, es un premio más que merecido y más que gratificante. Ahora que recoja el testigo otra persona.
Desde Trafalgar Información y desde las páginas amarillentas de aquel Barbate Información, le deseamos toda la suerte del mundo, le agradecemos el tiempo que ha dedicado a la vida pública como concejal y le echaremos de menos como político, pero no como persona porque somos vecinos y las puertas de esta casa siempre estarán para él, el mejor concejal de los últimos veinte años, abiertas de par en par
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