Las ocho familias de los fallecidos y desaparecidos en el hundimiento del Nuevo Pepita Aurora, el pasado 5 de septiembre, han comenzado a recibir el pago de sus pensiones una vez que han transcurrido 90 días desde el trágico suceso. A pesar de este hecho, las viudas han exigido que se les informe de los motivos que provocaron la tragedia, ya que su angustia nace del desconocimiento. Según han declarado Sergio Lebrón, representante de la familia del desaparecido Francisco Clá; Dolores Caravaca, viuda de Manuel Alba y Josefa Linares, viuda de Antonio Miguel Gil: «El Gobierno sólo ha cumplido con su obligación porque ha pasado el plazo legal para el cobro de las pensiones».
En este sentido, Dolores Caravaca, con muestras evidentes de dolor, subraya que el dinero no cura la pérdida, sólo podrán comenzar a retomar su vida en el momento en que se les aclare las circunstancias que desencadenaron la tragedia: «Necesito saber qué pasó y hasta que no tenga todos los datos, no podré descansar tranquila. Mi vida se ha convertido en esto, me acuesto y me levanto con la duda en la cabeza. Mientras no se nos explique todo, seguiremos sufriendo». Asimismo, Loli Caravaca ha querido realizar un llamamiento a gobernantes, medios de comunicación y ciudadanos de Barbate, ya que hay más de diez menores que han perdido a sus padres en el naufragio y que nadie se ha planteado sus sentimientos o estado anímico. En este sentido, Caravaca comenta: «Necesito contarles a mis hijas la verdad de lo que le ocurrió a su padre, hablarles de él y decirles lo que hizo y quién fue. Pero ellas, tarde o temprano, van a querer saber por qué su padre perdió la vida y cómo. Yo no puedo decirles sólo que su padre se jugaba la vida por 80 cajas de pescado».
De la misma manera, Sergio Lebrón, en representación de la viuda de Francisco Clá, piensa que ha pasado demasiado tiempo y sus reivindicaciones continúan sin ser oídas: «Las administraciones no han parado de poner problemas para que los buzos inspeccionen de una vez las redes del barco y podamos tener la tranquilidad de que nuestros parientes no están enganchados en ellas. Es muy simple y muy fácil de explicar que, hasta que no se produzca esa inspección, veamos los videos o las fotos, no vamos a descansar en paz».
Durante el día de ayer y al cumplirse los 90 días del desastre, las familias han tenido que recordar cada instante vivido. Este hecho ha provocado que los sentimientos y las emociones sean difíciles de controlar, hasta el punto de no sentirse capaces de hablar o colocarse frente a micrófonos o cámaras. Así lo han expresado las viudas, muchas de ellas bajo influencia de depresiones y sin poder evitar las lágrimas.
Por otra parte, las familias han expresado su agradecimiento a las autoridades locales, pero han vuelto a subrayar los fallos. «Desde un principio las cosas no se hicieron bien, empezando por cómo nos enteramos del suceso y por el secretismo de los días de después.». De igual manera, Lebrón ha comentado que tienen la certeza de que incurrieron en negligencias a la hora de remolcar la embarcación y que, debido a esto, se está intentando dejar pasar el tiempo y callar a las familias mediante el cobro de ayudas o pensiones, «algo normal y a lo que tienen derecho, de modo que ya está bien de ponerse medallas cuando lo único que la Administración tiene que hacer es, precisamente eso, dar a las viudas lo que les pertenece, pero nadie les va a devolver a sus maridos».
Han pasado tres meses desde que el Nuevo Pepita Aurora se hundiese a pocas millas de la costa de Barbate. Las familias de los desaparecidos y fallecidos han comenzado a recibir sus compensaciones económicas, pero parece que nadie escucha sus peticiones y esto les provoca un mar de sentimientos enfrentados. Pero hay algo que les une, además de la pérdida, todos exigen que se les dé la totalidad de la información de inmediato. Pueden pasar años y la angustia permanecerá hasta que no se esclarezcan las circunstancias del naufragio, no sólo por los fallecidos, sus mujeres o hijos, sino para que no haya que lamentar nada semejante en el futuro.
En este sentido, Dolores Caravaca, con muestras evidentes de dolor, subraya que el dinero no cura la pérdida, sólo podrán comenzar a retomar su vida en el momento en que se les aclare las circunstancias que desencadenaron la tragedia: «Necesito saber qué pasó y hasta que no tenga todos los datos, no podré descansar tranquila. Mi vida se ha convertido en esto, me acuesto y me levanto con la duda en la cabeza. Mientras no se nos explique todo, seguiremos sufriendo». Asimismo, Loli Caravaca ha querido realizar un llamamiento a gobernantes, medios de comunicación y ciudadanos de Barbate, ya que hay más de diez menores que han perdido a sus padres en el naufragio y que nadie se ha planteado sus sentimientos o estado anímico. En este sentido, Caravaca comenta: «Necesito contarles a mis hijas la verdad de lo que le ocurrió a su padre, hablarles de él y decirles lo que hizo y quién fue. Pero ellas, tarde o temprano, van a querer saber por qué su padre perdió la vida y cómo. Yo no puedo decirles sólo que su padre se jugaba la vida por 80 cajas de pescado».
De la misma manera, Sergio Lebrón, en representación de la viuda de Francisco Clá, piensa que ha pasado demasiado tiempo y sus reivindicaciones continúan sin ser oídas: «Las administraciones no han parado de poner problemas para que los buzos inspeccionen de una vez las redes del barco y podamos tener la tranquilidad de que nuestros parientes no están enganchados en ellas. Es muy simple y muy fácil de explicar que, hasta que no se produzca esa inspección, veamos los videos o las fotos, no vamos a descansar en paz».
Durante el día de ayer y al cumplirse los 90 días del desastre, las familias han tenido que recordar cada instante vivido. Este hecho ha provocado que los sentimientos y las emociones sean difíciles de controlar, hasta el punto de no sentirse capaces de hablar o colocarse frente a micrófonos o cámaras. Así lo han expresado las viudas, muchas de ellas bajo influencia de depresiones y sin poder evitar las lágrimas.
Por otra parte, las familias han expresado su agradecimiento a las autoridades locales, pero han vuelto a subrayar los fallos. «Desde un principio las cosas no se hicieron bien, empezando por cómo nos enteramos del suceso y por el secretismo de los días de después.». De igual manera, Lebrón ha comentado que tienen la certeza de que incurrieron en negligencias a la hora de remolcar la embarcación y que, debido a esto, se está intentando dejar pasar el tiempo y callar a las familias mediante el cobro de ayudas o pensiones, «algo normal y a lo que tienen derecho, de modo que ya está bien de ponerse medallas cuando lo único que la Administración tiene que hacer es, precisamente eso, dar a las viudas lo que les pertenece, pero nadie les va a devolver a sus maridos».
Han pasado tres meses desde que el Nuevo Pepita Aurora se hundiese a pocas millas de la costa de Barbate. Las familias de los desaparecidos y fallecidos han comenzado a recibir sus compensaciones económicas, pero parece que nadie escucha sus peticiones y esto les provoca un mar de sentimientos enfrentados. Pero hay algo que les une, además de la pérdida, todos exigen que se les dé la totalidad de la información de inmediato. Pueden pasar años y la angustia permanecerá hasta que no se esclarezcan las circunstancias del naufragio, no sólo por los fallecidos, sus mujeres o hijos, sino para que no haya que lamentar nada semejante en el futuro.
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