EL consejero de Agricultura y Pesca, Isaías Pérez Saldaña, abrió la caja de los truenos cargando contra las cofradías de pescadores andaluzas sin reparo alguno y aprovechando una dolorosa situación, como fue el naufragio del pesquero de Barbate Nuevo Pepita Aurora. Los familiares de los náufragos no fueron atendidos hasta hace unos días por la Seguridad Social, lo que provocó quejas de partidos políticos y de la propia Cofradía de Pescadores de Barbate.
La Administración andaluza, lejos de asumir algún error o de intentar justificar una situación vergonzosa, arremete con todo, aprovechando a las víctimas del naufragio para atacar al ya ex patrón mayor de Barbate, Antonio Varo. Unas críticas que llegaron justo cuando se celebran las elecciones en dichas cofradías de pescadores y sin pensar en el daño que se hace a terceras personas.
Porque en política siempre es mejor contar con gente afín a los postulados del Gobierno autonómico que con subversivos pescadores que miran por su futuro y exigen medidas para luchar por el sector pesquero, sumido cada vez más en una crisis que, aunque quieran esconderlo, va cada día a más.
Porque la situación de Barbate es la misma que la de Sanlúcar, por citar algún ejemplo, y de otras localidades costeras de Huelva, y aunque parezca lógico que se quiera intervenir en la tranformación del sector pesquero, no se puede emplear cualquier método para lograr ese objetivo. Pérez Saldaña, que ha acusado a la cofradía barbateña de “dejar solos” a los familiares de los marineros fallecidos en el Nuevo Pepita Aurora, ha conseguido lo que quería, sembrar tempestades (o vientos) en un mundo, el pesquero, muy complicado.
Pero a costa de mostrar una cara, la más triste, la más interesada, de una administración, sin importarle nada, cuando los afectados por el naufragio creían contar con la Junta para paliar en lo posible su dolor. Las palabras del consejero de Pesca están medidas, no son fruto de un momento de crispación o de un enfado pasajero. Con el objetivo claro de tomar parte en la campaña electoral de los pescadores se ha utilizado de mala forma un episodio triste de la historia reciente gaditana. Ni Varo, ni Abempe, ni la UGT, ni los barquilleros, nadie del sector merece esas palabras destinadas a quebrar la unión.
La Administración andaluza, lejos de asumir algún error o de intentar justificar una situación vergonzosa, arremete con todo, aprovechando a las víctimas del naufragio para atacar al ya ex patrón mayor de Barbate, Antonio Varo. Unas críticas que llegaron justo cuando se celebran las elecciones en dichas cofradías de pescadores y sin pensar en el daño que se hace a terceras personas.
Porque en política siempre es mejor contar con gente afín a los postulados del Gobierno autonómico que con subversivos pescadores que miran por su futuro y exigen medidas para luchar por el sector pesquero, sumido cada vez más en una crisis que, aunque quieran esconderlo, va cada día a más.
Porque la situación de Barbate es la misma que la de Sanlúcar, por citar algún ejemplo, y de otras localidades costeras de Huelva, y aunque parezca lógico que se quiera intervenir en la tranformación del sector pesquero, no se puede emplear cualquier método para lograr ese objetivo. Pérez Saldaña, que ha acusado a la cofradía barbateña de “dejar solos” a los familiares de los marineros fallecidos en el Nuevo Pepita Aurora, ha conseguido lo que quería, sembrar tempestades (o vientos) en un mundo, el pesquero, muy complicado.
Pero a costa de mostrar una cara, la más triste, la más interesada, de una administración, sin importarle nada, cuando los afectados por el naufragio creían contar con la Junta para paliar en lo posible su dolor. Las palabras del consejero de Pesca están medidas, no son fruto de un momento de crispación o de un enfado pasajero. Con el objetivo claro de tomar parte en la campaña electoral de los pescadores se ha utilizado de mala forma un episodio triste de la historia reciente gaditana. Ni Varo, ni Abempe, ni la UGT, ni los barquilleros, nadie del sector merece esas palabras destinadas a quebrar la unión.
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