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sábado, 8 de diciembre de 2007

El hundimiento del Joven Alonso

B24/Barbate
Tal día como hoy, el pueblo de Barbate tuvo qu vivir una tragedia hace 47 años. Corría el año 1960 y los marineros que un día zarparon del Joven Alonso, desaparecieron sin más en medio de una tremenda tempestad. Ni el barco, ni los tripulantes se encontraron con posterioridad. Desde Barbate24 hemos querido recoger un texto narrativo de aquel momento de la página www.tobarbate.com y realizado por Antonio Aragón Fernández, director de la Casa de la Cultura de Barbate.

A fines de la década de los 50 el pueblo de Barbate, que entonces no sobrepasaba los 20.000 habitantes, tenía el grueso de su flota pesquera faenando en aguas marroquíes, entre Larache y Mazagán.Eran más de 60 barcos de madera y de pequeño tonelaje conocidos por el nombre de“traiñas”, y casi todos construidos en arsenales locales, que empleaban las artes de Cerco y Jareta para coger boquerones, jureles, caballas y sardinas.

Como las faenas se realizaban manualmente, hacinados en camarotes incómodos y desprovistos de las más elementales normas higiénicas, cada buque empleaba a unos 40 marineros. A cientos de millas del puerto base, la pesca solía durar unos veinte días, aquellos que coincidían con la Luna Nueva y que en la jerga marinera se conocían por “el oscuro”. Cierto que a la vela latina tradicional se había venido a sumar, ya desde los años 20, un motor de gasoil, pero eran máquinas de escasa potencia y poco fiables, hasta el punto que apenas el viento soplaba a favor se largaban velas, así se llegaba antes y además se ahorraba el gasto de combustible.

En aquella época aún no existían temporadas de descanso en las que amarraban los barcos, por lo que el mal tiempo podía sobrevenir en alta mar, haciendo imposible el refugio en cualquier puerto cercano. Los marineros lo sabían, pero su sustento dependía exclusivamente del acopio de pescado, viéndose por ello obligados a correr el riesgo. Además, el diseño de la “traiña”, al que se había llegado tras siglos de experiencia acumulada por carpinteros de ribera profesionales y conocedores de las amenazas del océano, era el mejor para salvar los temporales que en invierno azotaban las costas del Estrecho. De facto, buques de gran tonelaje no salían o se refugiaban en el puerto más próximo, mientras las “traiñas” afrontaban el azote de las aguas más bravas.

Pero la excepción, el que un barco de Barbate se hundiese por efecto de uno de esos temporales, siempre podría darse. Esto fue lo que ocurrió aquel 8 de diciembre de 1960. Fue una de las peores noches que se recuerdan en el pueblo, por la lluvia torrencial que caía, por los truenos ensordecedores que recorrían el cielo, por los relampagos que iluminaban cada calle como si fuese de día y, sobre todo, por el interminable esperar a la flota que había ido a faenar y que volvía aquella noche a Barbate cuando se vio sorprendida por el temporal en lo peor del Estrecho.

Aquel año, el nuevo puerto de Barbate aún no se había inaugurado, pero la necesidad era tanta que desde hacía algún tiempo los patrones se habían adelantado al protocolo, atracando sus barcos en los diques. A ese puerto fue casi todo Barbate a aguardar la llegada de los marineros, a pesar de que el cielo se oponía ferozmente a esa expresión colectiva de esperanza. Cómo no iba a acudir la gente, si no había familia que no tuviese un padre, un hermano, un primo o un amigo de siempre en uno de aquellos barcos.

Dicen que olas que parecían montañas de agua y espuma mecieron como muñecos de trapo a cada una de aquellas naves, que ya no eran más que cáscaras de nueces en una piscina. Cada barco tenía como referencia al que llevaba delante o al que le seguía, aunque sólo podían verse cuando ambos llegaban a las cimas de las olas. Así navegaron durante un tiempo, entre una mar tan embravecida, que cada minuto que pasaba y dejaba aquellos barcos intactos era un milagro. Seguramente jamás se rezó tanto ni en el puerto ni en la mar a la Patrona de los marineros, la Virgen del Carmen.

En uno de aquellos vaivenes, alguien advirtió que uno de los barcos, el llamado Joven Alonso, había desaparecido de la vista. Se tuvo la esperanza de que hubiese sido un espejismo momentáneo, que volviese a aparecer en la próxima subida, pero el deseo acabó sucumbiendo a la realidad. Seguramente se había hundido y, en aquellas condiciones, era imposible maniobrar ni hacer nada intentar un rescate que de todas formas hubiese sido infructuoso. El miedo se confundió con el llanto, y la pena se extendió al pueblo cuando la flota arribó y dio cuenta del ausente. Fueron 39 los hombres que se llevó el Joven Alonso a las profundidades. Aquel barco había sido construido en 1948, aunque su motor era 14 años más antiguo, con 130 caballos de potencia. Su peso era de 52 toneladas y tenía 17 metros de eslora. En los días siguientes, amainado el temporal, se les buscó en la creencia de que las olas lo hubiesen arrastrado hacia otras costas, pero finalmente hubo que aceptar lo peor, que ni siquiera la mar devolviese unos cuerpos a los que dar una despedida digna y sentida.

Tal fue así, que del Joven Alonso ya nada más se supo. No sólo no apareció ninguno de sus tripulantes, sino que ni siquiera se tuvo noticia de un trozo de su madera o de su velamen. Los más entendidos afirman que al hundirse se enredó en su propio arte, y se sumergió como una araña atrapada por su tela, clavando su proa en uno de los tantos bancos de arena que pueblan las aguas del Estrecho.

Camino del puerto, hoy existe en Barbate una rotonda que recuerda en una loza de mármol los marineros perdidos en la mar. Un sencillo y sólido homenaje, como esos hombres que con su fatigoso laboral diario levantaron este pueblo y a los que ya nadie olvidará.


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Repatrían ahora los restos de un barbateño que naufragó en 1960




El cementerio de Barbate acoge desde la tarde de ayer los restos de un marinero barbateño que desapareció en 1960, tras el hundimiento en alta mar de una traíña, el Joven Alonso , en aguas marroquíes.
Se consideró la mayor tragedia del sector pesquero de aquel entonces, y aún hoy día los herederos y familiares de los tripulantes del barco recuerdan lo sucedido en la madrugada del 7 al 8 de diciembre de 1960, cuando un temporal en alta mar se tragó a la embarcación con matrícula CA-5-986, conocida también como El cochino gordo , que se encontraba faenando frente a las costas marroquíes de Larache y Mazagán desde el día 3 de ese fatídico mes.
Sólo una persona, el timonel Fernando López Infante, logró nadar en un mar enfurecido hasta quedar exhausto llegando con vida a las costas de Marruecos, aunque falleció posteriormente, siendo enterrado en un camposanto marroquí. En ese mismo barco iban dos hijos suyos que también desaparecieron y de los que nunca más se supo.
Tras múltiples gestiones administrativas y burocráticas en las que han intervenido las embajadas de España y Marruecos, y donde ha jugado un papel destacado la Federación Andaluza de Cofradías de Pescadores, se ha logrado 46 años y dos meses después exhumar los restos mortales de Fernando López, que desde la tarde de ayer reposan en el cementerio católico de Barbate.
Según recoge un artículo del historiador local Antonio Aragón Fernández y publicado en la página web www.tobarbate.com:
"Aquel año, el nuevo puerto de Barbate aún no se había inaugurado, pero la necesidad era tanta que desde hacía algún tiempo los patrones se habían adelantado al protocolo, atracando sus barcos en los diques. A ese puerto fue casi todo Barbate a aguardar la llegada de los marineros, a pesar de que el cielo se oponía ferozmente a esa expresión colectiva de esperanza. Cómo no iba a acudir la gente, si no había familia que no tuviese un padre, un hermano, un primo o un amigo de siempre en uno de aquellos barcos.
Dicen que olas que parecían montañas de agua y espuma mecieron como muñecos de trapo a cada una de aquellas naves, que ya no eran más que cáscaras de nueces en una piscina. Cada barco tenía como referencia al que llevaba delante o al que le seguía, aunque sólo podían verse cuando ambos llegaban a las cimas de las olas. Así navegaron durante un tiempo, entre una mar tan embravecida, que cada minuto que pasaba y dejaba aquellos barcos intactos era un milagro. Seguramente jamás se rezó tanto ni en el puerto ni en la mar a la Patrona de los marineros, la Virgen del Carmen.
En uno de aquellos vaivenes, alguien advirtió que uno de los barcos, el llamado Joven Alonso , había desaparecido de la vista. Se tuvo la esperanza de que hubiese sido un espejismo momentáneo, que volviese a aparecer en la próxima subida, pero el deseo acabó sucumbiendo a la realidad. Seguramente se había hundido y, en aquellas condiciones, era imposible maniobrar ni hacer nada, intentar un rescate que de todas formas hubiese sido infructuoso. El miedo se confundió con el llanto, y la pena se extendió al pueblo cuando la flota arribó y dio cuenta del ausente".
Esta historia podría haber quedado en la intimidad de la familia, que no era partidaria de dar a conocer las gestiones y la culminación de este proceso, aunque desde la Federación de Cofradías de Pescadores se consideraba necesario "cerrar un capítulo de la historia de Barbate y de los tripulantes de este barco".
En los últimos años han ido apareciendo en el Boletín Oficial del Estado (BOE) varios edictos del Juzgado de Primera Instrucción de Barbate en los que la juez declaraba como fallecidos a algunos de los miembros de la tripulación tras la pertinente tramitación documental, como es el caso de Francisco Domínguez Acuña de Barbate y Sebastián Díaz Barrios, natural de Tarifa y vecino de Barbate respectivamente, que también formaban parte de dicha tripulación de la traíña.
Hace unos años, el Ayuntamiento de Barbate construyó una rotonda junto a la plaza del Faro (en la imagen), donde dos anclas simbolizan el trabajo en el mar y el homenaje que esta tierra de buenos marineros quiso y quiere rendir a los desaparecidos en el mar. El Joven Alonso había sido construido en 1948, aunque su motor era 14 años más antiguo, con 130 caballos de potencia. Su peso era de 52 toneladas y tenía 17 metros de eslora.


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4 comentarios:

  1. Hola si alguien tiene mas informacion relacionado con este suceso agradeceria que me lo hiciese llegar a esta direccion,puesto que mi abuelo (Juan Trujillo Robles) fue un tripulante de ese barco y nunca se a sabido nada mas de el.Muchas gracias.(albertotrujillo85@hotmail.com)

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  2. yo soy jose soler, y me dirijo a mi amigo trujillo, he leido toda la narración y no varia nada en absoluto de como yo la conozco,
    no era mas que un muchacho como tu ya que eres de mi edad, por entonces trabajaba de panadero en la panaderia del nené y nosotros le serviamos el pan, a casi toda la flota pesquera tambien al cochino gordo, como se le conocia al joven alonso.

    He de añadir que el oscuro anterior mi padre pepe paraviento, estuvo enbarcado en el, andaba de medicos y prefirio desembarcarse para esas gestiones.

    TAMBIEN HE DE AÑADIR QUE COMO FUE TAL EL CAOS QUE VIVIMOS TODOS EN EL PUEBLO, POR QUE TODO EL PUEBLO SE PUSO TRISTE Y LLORO, A MI ME PASO LO MISMO, YA QUE A LA ESPOSA DEL PATRON LE LLEVABA YO EL PAN CADA DIA, LA SEÑORA CONCEPCIÓN, Y ESTABA POSTRADA LLORANDO PERMANENTEMENTE POR SUS DOS HIJOS Y SU MARIDO.

    LLORE MUCHAS VECES A PESAR DE QUE NO ERA MAS QUE UN MUCHACHO HE INTENTABA NO HACERLO.

    AHORA QUE EL LEIDO EL ARTICULO, ME HE PUESTO TRISTE AL RECORDARLO. UN SALUDO ALBERTO, YO VIVIA EN LA AVENIDA DE LA VICTORIA EN UN PISO COMO EL TUYO ES DECIR COMO EL DE TU MADRE, Y TU CERCA DE LA TIENDA DEL HERMANO DE LOS TOCINO

    HASTA PRONTO AMIGO Y GRACIAS POR EL COMENTARIO
    QUE ME HAYA ENTRISTECIDO NO QUIERE DECIR QUE NO SEA AUTENTICO COMO ES Y COMO TODOS LO CONOCEMOS.

    JOSE SOLER AMORES. (PARAVIENTO)

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  3. Alberto me ha emocionado todo el relato, toda la tragedia vivida en aquellos dias por todo el pueblo de Barbate.Soy el hijo mayor de pepe paraviento, el hermano de Alvarino,ya sabes viviamos al igual que tu en la avda de la victoria.
    Respecto al naufragio del joven alonzo o cochino gordo como todos le conociamos, he de decir, por las circustancias que vivi, que a pesar de que yo era un muchacho llore mucho aquella perdida de hermanos del pueblo entre otras cosas por que yo era panadero y le haciamos el pan a casi toda la flota de barbate.

    Concepcion la mujer del patron del Joven Alonzo
    Tenia una tienda de ultramarinos emn una calle paralela a la calle Agustin Varo.

    Yo le llevaba el pan cada dia, y vi lo como sufria y lloraba sin cesar, a cualquier hora del dia.Por ese motivo yo tambien llore mucho
    tenia mucha tristeza por aquel suceso y me contagiaba la pena.

    POR ENTOCES TRABAJABA EN LA PANADERIA DE MARIA LLAVE,(LA DENIMINADA PANADERIA DEL NENÉ) CERCA DEL RIO VIEJO, AL LADO DE MANOLO ARAGON EL DE LOS ULTRAMARINOS.

    HOY TAMBIEN ME PUSE TRISTE AL RECORDARLO, LO CUAL NO SIGNIFICA QUE ESTE RELATO TUYO NO SEA COHERENTE,ES TAL COMO LO RECUERDO Y LO SUSCRIBO EN SU TOTALIDA, Y DE PASO TE DOY LAS GRACIAS, ME HE EMOCIONADO Y HE REVIVIDO MOMENTOS DE MI JUVENTUD. SALUDOS ALBERTO, ESPERO Y DESEO QUE ME RECUERDE COMO YO ATI, YA QUE SOMOS DE LA MISMA EDAD, TU ERES UN POCO MAYOR, UNOS CUANTOS MESES.

    JOSE SOLER AMORES.

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  4. Fué una gran tragedia la de aquel año tan fatídico. Justo dos meses antes de mi nacimiento. Lo cual me lleva a sentirme más unido y confraternizado con todos los que perdieron a su ser querido.
    Algunos de ellos, amigos directos y colegas de profesión.
    Dicho esto, pido por favor y a quién correponda, que revise esta web, ya que mi antivirus, no para de avisarme de troyanos y demás.
    Saludos.

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