Por mi ventana... Cuestión de Vado

Cuestión de Vado

Las cuestiones de tráfico son temas bastante escamosos y peliagudos para tratarlos en una pieza columnística engendrada para dar rienda suelta a la crítica voraz, irónica y lectiva de mi persona. Y comentaba lo de tráfico porque los otros días, observando la furgoneta de la comisión de señalización de tráfico del Ayuntamiento barbateño, me acordé de un caso acontecido no hace mucho en una de las calles del municipio. .

Conducir en Barbate es de locos, y no ya por los baches, socavones y demás elementos puntiagudos y rimbombantes que revuelven las entrañas elásticas de las ruedas de los coches, y que lluvia tras lluvia vuelven a aparecer por mucho alquitrán que le pongan encima.
Decía lo de los no cuerdos porque cuesta la misma vida con la cantidad de coches que se paran en cualquier parte de cualquier calle para charlar y lo frustrante que es, encima, no poder ni hacer sonar el claxon porque las miradas y los comentarios son bastante humillantes. Amen de las obras, que no hay dos calles seguidas que no estén cortadas. Aunque este es otra tema que ya ocuparemos en el futuro, porque otro de los problemas llega cuando por casualidad quieres aparcar.

Hay calles inundadas de garajes que tienen su vado permanente bien registrado y, aunque nos fastidien, están en regla. Pero hay otras ocasiones en las que aparcar cuesta la misma vida, porque te tienes que pelear con alguno que otro. Para empezar pones el intermitente y ya se te coloca justo detrás un niñato con la música a toda pastilla y con gesto desafiante. Obviamente tengo la prioridad, pero a él no le importa, cuando puede pega un volantazo impidiendo mi correcta maniobra para proceder al aparcamiento.

Eso cuando has encontrado un sitio, porque hay algunas calles que tienen partes de acera pintadas de manera cruel en color amarillo. En las curvas de las intersecciones es correcto, pero lo malo es cuando queda en mitad de la calle y no hay ningún vado. Alguien vilmente ha cogido una brochita y una latita de y ha pintado su bordillo, consiguiéndose un vado de forma gratuita.

Lo peor es cuando, por una situación extrema, aparcas en ese lugar y te aparece el dueño de la casa en cuestión poniéndote a parir y esgrimiendo improperios por sus labios. ¿Qué haces en ese momento? Digas lo que digas, hagas lo que hagas acabas discutiendo con la persona. Hay gente que quiere tener la acera que da a la puerta de su casa perfectamente vacía. Pero cuando te fijas bien, esa persona tiene puesto su propio coche, porque entonces no le molesta.

Este cúmulo de relaciones acaba en el momento que quitas el coche del lugar donde has aparcado y lo haces en otro lado. ¿Resignación? Tal vez. Lo que esta claro es que la gente muere por lo gratuito y no duda en ser lo más incívico e insolidario posible a la hora de hacer cualquier gesto por la sociedad.

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